Alberto Durero . 1472/1528

Alberto Durero . 1472/1528

La búsqueda de Alberto Durero de la perfección en la representación de la forma humana quedó plasmada tanto en el grabado de 1504 como en el óleo de 1507 de Durero Adán y Eva.

Alberto Durero, fue el  tercero de los 18 hijos de un exitoso orfebre de Núremberg. Su padre, Alberto Durero el Viejo,  le enseñó el oficio del grabado, que Durero hijo perfeccionó en el gran taller del artista Michael Wolgemut, donde también se imbuyó en las reglas del arte de la pintura.

Se dice, aunque no haya sido probado taxativamente,  que en 1494 Durero partió a Venecia, donde se topó con el Renacimiento italiano – un encuentro con consecuencias ya‘’ que le abrió los ojos ‘’ a nuevas formas artísticas nacidas de las convulsiones religiosas y sociales asociadas al avenir de la Reforma. En su supuesta primera estancia en Venecia, Durero estudió los procesos y técnicas con los colores de los grandes venecianos. En Bolonia se familiarizó con los trabajos teóricos sobre la perspectiva.

En sus estampas gráficas, tanto Wolgemut como Durero se convirtieron en referentes para otros artistas de la nueva técnica de duplicación.  Durero perfeccionó y firmó sus dibujos y los convirtió en obras de arte autónomas. Con sus grabados en cobre y xilografías inició el nacimiento de la reproducción gráfica : Como regla general, las pinturas y los dibujos eran ejemplares únicos que adquirían clientes pudientes o eran solamente accesibles al público en iglesias o ayuntamientos. Gracias a los grabados, se pudieron producir varios cientos de copias de ilustraciones en las que los artistas plasmaban sus ideas con libertad de diseño y que podían poner a disposición de los interesados de manera más amplia.

Aprovechando las posibilidades de las técnicas de grabado en cobre, Durero creó una obra artística independiente, de gran calidad, diferenciada de sus pinturas y dibujos. Los grabados de Durero que su esposa y madre vendían como pan caliente en las ferias y mercados de Nüremberg fueron la base de un considerable éxito material, que aseguró al artista prosperidad y prestigio.

Adán y Eva

La caída del hombre.  El árbol del conocimiento

Según el Antiguo Testamento, Dios creó a Adán y le dejó comer los frutos de todos los árboles del Edén, menos de los del árbol del conocimiento del bien y del mal. Después Dios durmió a Adán y creó a Eva de una de sus costillas para que le acompañara. Llegó la serpiente y, sinuosamente, le susurró a Eva:

«Dios os ha prohibido comer de ese árbol, porque si probáis sus frutos sabréis lo que es bueno y malo y entonces seréis como Dios ! Eva comió del árbol y le dio también a Adán. Inmediatamente vieron que estaban desnudos y se cubrieron sus partes con hojas. Llegó Dios y dijo a Adán: «¿Has comido del árbol prohibido? Adán respondió: «Eva me sedujo y yo comí». Entonces Dios reprendió a Eva, y ella dijo: «La serpiente me sedujo y yo comí». Por esto la serpiente fue maldecida pero también recayó culpa en Eva y Adán que fueron expulsados del Edén

Adán y Eva de Alberto Durero. Grabado de 1504 y óleo sobre tabla de 1507.

En el grabado de 1504, expuesto en el Metropolitan Art Museum  Adán y Eva parecen 2 formas simétricas, situadas en el Jardín del Edén, aunque ya sostengan en sus manos ramas quebradas de los Árboles de la Vida y la Sabiduría. Están acompañados por 4 animales que representan los 4 Temperamentos del Ser Humano y que serán liberados tras la pérdida de la inocencia de Adán y Eva.

En la tabla de 1507 del Museo del Prado, una atmósfera de sensualidad y pecado imbuye a los protagonistas. Eva parece estar consciente de la grave falta que ha cometido . Su dedo sobre la rama inclinada del manzano hacia el panel de Adán incita a éste a romper el Tabú y compartir el pecado. Las manos de Adán expresan su vacilación aunque sus labios entreabiertos y sutil  inclinación hacia el panel de Eva indican que su caída es inminente. Adán y Eva están representados en tamaño natural.

Tanto en el grabado como en la tabla, los protagonistas tienen ombligo debido a que Durero toma partido por los escolásticos que mantenían que Dios no podía crear nada imperfecto como, por ejemplo, un Adán sin ombligo.

Adán y Eva de Alberto Durero. Grabado de 1504

The Metropolitan Museum of Art

title="albert durer madrid tourist guides blog" alt="durer adam and eve engraveDurero apreció mucho este grabado porque colocó aquí su firma completa en la cartela que sostiene Adán. En esta obra , Adán y Eva asumen formas escultóricas clásicas. Durero modela perfectamente la línea de las figuras y las ilumina con una suave luz que envuelve sus cuerpos desnudos . Los grabados en cobre de esta época de Durero explican por si mismos su avasallador éxito en los círculos de humanistas, artistas y amantes del arte de varios países, incluso en Italia, donde fueron imitados y hasta copiados, con total desparpajo.

Alberto Durero combinó en su grabado en cobre de Adán y Eva (1504 ) el ideal clásico de la belleza con el de la Caida del Hombre. Las figuras de  Adán y Eva demuestran el perfecto conocimiento que tenia el artista de la Escultura  Helénica. Adán se asemeja a un Apolo y Eva a una Venus. Están situados una al frente de otro y tienen entre medio el Árbol del Bien y el Mal que constituye el centro simétrico del grabado. Las cabezas de Adán y Eva están de perfil y, a simple vista, podría pensarse que no tienen nada que ver entre sí ya que no hay contacto ni cruce de miradas. Sin embargo, la mano izquierda de Adán se extiende hacia el sexo de Eva mientras que ésta va bajando sus ojos hacia la zona viril de aquél. La postura del pié derecho de Adán indica un acercamiento a Eva que esconde una manzana en su mano izquierda mientras que con la derecha se apresta a recibir un segundo fruto del hocico de la serpiente. Es evidente la intención de Adán de apoderarse de Eva, al sobrepasar con su mano izquierda el espacio asignado a ella, delimitado por el Árbol del Bien y el Mal. De esta manera, Durero culpabiliza también a Adán de la Caída del Hombre, causada por el deseo sexual que les une.

Las figuras escultóricas de Adán y Eva se sitúan en frente de una enmarañada foresta primigenia que ocupa casi totalmente el fondo. En la Edad Media y Renacimiento, el bosque ( en el sentido que lo representa Durero ) era un lugar peligroso, habitado por esas tribus bárbaras que iniciaron el ataque a Roma y fuerzas amenazantes de la naturaleza. En este contexto, los animales del grabado podrían complementarse con un origen salvaje del ser humano.

Según la tradición antigua, los animales en primer plano encarnan los cuatro temperamentos: El gato representa la crueldad colérica, el conejo la sensualidad fértil de los sanguíneos, el buey la pesadez flemática, el alce la inestabilidad del melancólico. Antes de cometer pecado, las fuerzas de los 4 temperamentos mantuvieron un equilibrio armonioso que no influían en Adán y Eva. Pero después de su Caída, la pareja perdió su equilibrio armonioso y su comportamiento adoptó temperamentos  animales…De esta manera el gato y el ratón, en la base del grabado, simbolizan la tension entre sexos opuestos.  Respecto al loro que se agarra a la rama del Árbol de la Vida que sostiene Adán en su mano derecha, algunos autores lo interpretan como una alusión a la extinción del Pecado Original por parte de la Virgen María.

Durero grabó una inscripción latina en el panel de madera que cuelga de la rama del Árbol de la Vida. : “Alberto Durero creó esto en Núremberg, 1504”.  Con gran esmero, Durero  estampa por primera y última vez en un grabado la misma famosa firma, que utilizaba para sus pinturas. El modelo de la signatura de Alberto Durero proviene de la firma de Apeles, el ilustre artista de la Antigüedad. De esta manera, Durero refuerza su condición de artista moderno y con educación humanística , muy alejado del concepto medieval que los pintores eran meros artesanos con un talento especial.

En Adán y Eva,  Durero modela con la punta seca una completa ilusión tridimensional de las figuras. Por medio de una luz suave y uniforme que juega con sus reflejos en los cuerpos desnudos. Los grabados en cobre de Durero tuvieron un gran éxito en los círculos de humanistas, artistas y amantes del arte de varios países. Fueron imitados, incluso copiados, en Venecia, Roma y Florencia.

Adán y Eva de Alberto Durero. Óleo sobre tabla de 1507

Museo del Prado, Madrid

Durer Adan and Eve paintingEl óleo de Adán y Eva de Durero es tan famoso como el grabado en cobre anterior. Ha sido  clasificado como una obra maestra altamente innovadora y representativa. Adán y Eva son los primeros desnudos de tamaño natural que se pintaron en Alemania y fueron creados después del auténtico viaje de Durero a Venecia. Sobre el trasfondo de esta obra se sabe muy poco y se basa en dudosas suposiciones.

En comparación con la plancha de cobre, Durero sacrificó la riqueza de detalles y simbolismo en aras de una intensa simplicidad y sensualidad. Adán y Eva fueron pintados separadamente en dos grandes paneles de madera de tilo de 209 x 81 cm y 83 cm. respectivamente. Adán y Eva tienen la misma estatura aunque sus tonalidades de piel son distintas. La fina capa de piel de Adán, poblada de magistrales sombreados, trasluce huesos, venas y músculos de su anatomía. En cambio la piel de Eva refleja una luz brillante que domina todo su cuerpo. De este modo Durero expresa de manera plásticamente perfecta la permanente dicotomía entre sexos iguales y diferentes.

En esta obra, Durero culpa a Eva de la Caída del Hombre ya que la representa explotando claramente sus encantos eróticos. La mirada de ella y las arrugas de su frente  muestran que es consciente de la gravedad de su acción, al haber obedecido a la serpiente. Su dedo índice estirado es también ambivalente en su postura de amonestación, que se contrapone con la provocación de empujar la rama del árbol del bien y el mal  en dirección a Adán, como si quisiera animarle a romper el tabú impuesto por Dios , transformándole en su cómplice. Las manos de Adán, por otro lado, reflejan vacilación y moderación. Su mano derecha muestra tensión y el conflicto en que se debate mientras que los dedos de su mano izquierda cogen con cautela la manzana. Sin embargo la tenue inclinación del cuerpo de él hacia ella, iniciada con el paso del pie derecho de un Adán con sus labios anhelantes , profetizan la inminente Caída del Hombre.  La imagen irradia un tremendo dinamismo que se refuerza con la division de la obra en dos mitades. El espectador experimenta vivamente el impulso de Adán por trasponer el espacio de Eva y someterse a los deseos de ella.

El fondo negro de ambos paneles resalta el instante previo a la Caída del Hombre  por inducción de Eva. A la vez es un rechazo de Durero al caduco espíritu medieval que imponía una sumisión total a las interpretaciones eclesiásticas de las Sagradas Escrituras.

Con sus paneles de Adán y Eva, Durero se pliega al Espíritu Libre que traen el Renacimiento y la Reforma, los cuales ya no dejarán la interpretación de la tradición bíblica exclusivamente a los funcionarios de la Iglesia Católica.

Tras su muerte, los desnudos de tamaño natural de Alberto Durero se expusieron por primera vez en el Ayuntamiento de Nüremberg, desde donde fueron llevados a Praga. Durante la Guerra de  30 años, fueron sustraídos por los suecos y fueron a parar a Estocolmo. En 1654 la Reina Cristina los regaló al cuarto monarca español de los Austrias, el Rey Felipe IV.

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